José Romero Poyato y Aurelio Martínez Navarro.
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Hoy día de la Inmaculada Concepción y Patrona de Infantería partimos del lugar a la hora de siempre, tras la espera de esos cinco minutos de cortesía por si algún caminante hubiese quedado enroscado al dulce abrigo de las mantas.
Llegó la hora de consumar el tiempo de espera y tan solo hubo dos solitarios senderistas para iniciar la ruta del jueves, no obstante fueron suficientes para cumplimentar la ruta de hoy y dejar constancia de ello.
Encaminamos la marcha hacia el Barrio del Naranjo cuando todavía no había salido el tímido sol mañanero, cruzamos la nueva y moderna urbe de Mirabueno para adentrarnos en entre añosos olivos buscando el antiguo colegio del Castillo Maimón, para desde este
lugar descender por un terreno rocoso hacía la piramidal fuente de La Palomera e ir subiendo en ascenso continúo hasta el Mirador de San José, donde nos detuvimos para contemplar el paisaje y hacer
alguna fotografía, desde aquí se va suavizando el camino, ya habíamos llegado a los terrenos de La Viñuela e íbamos buscando el bosque Nido del Águila, penetramos en el y giramos a la izquierda para caminar por un intenso bosque de matorral y monte bajo que nos llevó a un olivar señalizado como Sendero de Las Salesas SLA 92 hasta salir las urbanizaciones de Santo Domingo, en una de estas calles se encontraban aparcados tres coches remolcando sendas rehalas de
perros en su mayoría podencos, poco más adelante había más de una treintena de cazadores en las proximidades del Bar Santo Domingo, también estaba la Guardia Civil portando papeles y documentos, nos preguntamos mutuamente ¿dónde será hoy la cacería de caza mayor? y seguimos carretera adelante hacía la finca Casería San Pablo, entramos por el acceso principal, poco más adelante una persona cortaba el gramón de un olivo, (se supone sería el guarda), nos preguntó donde íbamos, se le facilitó la respuesta y continuamos finca adelante hasta salir a la carretera Córdoba–Los Villares, esta vez en busca del “Sendero del Niño Perdido” (El Cuestarrón), nos detuvimos en su acceso para hacer la PARADA Y FRUTA ya era un poco tarde, íbamos tan distraídos que se nos pasó la hora, ya eran las 10,30 h.
Reanudamos el camino, no habríamos andado ni cincuenta pasos cuando Pepe retrocedió en busca de los guantes que se los había dejado encima de una piedra, mientras tanto el compañero escuchaba el canto tempranero de un jilguero alegrando la mañana encaramado en la copa de un gigantesco pino.
Unos ciclistas bajaban por un sendero desconocido, nos picó la curiosidad y decidimos entrar por él, pensábamos iría a parar a Los Morales o a sus proximidades, pero nada de eso, si el “Cuestarron” es duro donde los haya, este es bastante más dificultoso, de mayor longitud, más montaraz, con mayor altura y bastante perdido entre montañas y por consiguiente de mayor dureza, la gota gorda nos hizo sudar con la preocupación de ignorar donde nos llevaría a parar, hasta que por fin culminamos en las proximidades del Sendero Cuesta del Villar, aquí ya respiramos con tranquilidad.
Bajamos hacía Los Morales entre una riada de ciclistas que lo hacían a velocidad vertiginosa, para finalizar nuestra etapa a las 13 h. en el mismo lugar que la habíamos iniciado, y para reírnos un rato de nuestra odisea mañanera, recordamos aquello que decía:
Tú te fuiste a la siega
me dejaste sin un cuarto
y he tenío que arquilá
la cueva de tu lagarto.
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