SENDERISTAS.-
Juan Gañán Bejarano
Manuel Ponferrada Navajas
Aurelio Martínez Navarro.
Cuando por fin se estaba en lo mejor del sueño tras haber pasado una noche sin pegar ni ojo, y con un madrugón de los de aquí te espero, sonó a las 5,30 h. el reloj despertador con un sonoro y estruendoso traqueteo, haciendo dar un respingo seguido de un rápido salto de la cama, pero lo cierto que palos con gusto duelen.
A las 6,25 h. salimos en el autobús destino Campamento Militar de Obejo para apearnos en la barriada de Cerro Muriano cuando todavía nos alumbraban los luceros del alba, optando hacer algún tiempo de espera antes de poner los pies sobre solitarios y desérticos caminos.
Le hicimos la visita al Bar de Bruno para tomar un tempranero café exprés de resonante y vaporosa máquina y a las 7,10 h. ya caminábamos bajando por el Camino de Los Pañeros entre antiguas explotaciones mineras, el café ya empezó a hacer rápido efecto entre las tripas 
de uno de los caminantes, teniendo que evacuar urgentemente sin demora ni pretexto en pleno campo, esto sucedió poco más o menos que frente a la Armenta Baja y la Mocha, después proseguimos camino adelante entre los ruinosos lavaderos de mineral y montones de milenarias escorias.
Indican los carteles que las últimas explotaciones mineras fueron británicas de la firma COOPER COMPANY, estas mina ya estaban en explotación en el siglo I cuando el Imperio Romano estaba en pleno apogeo, sus imponentes montones de residuos llaman mucho la atención, pronto apareció a nuestra izquierda la bella estampa en roja cuarcita de la Piedra Horadada.
A las 9,30 h. nos detuvimos en las ruinas del Cortijo de La Alcaidia para hacer Parada y Fruta ante mirada de dos insolentes gallos que frente a la puerta de su corral picoteaban una y otra vez en el suelo, estos nos echaban miradas de extrañeza como diciendo ¿pero que hacéis aquí muchachos?, después
continuamos adelante revisando aquellas esparragueras que nos iban saliendo al paso, bastantes y muchas por cierto, una presa de agua al parecer surtida por el arroyo Rabanales quedaba a nuestra derecha en el sentido de la caminata, después aparecería el Puente de Los Piconeros también en sus orígenes de época romana, luego el Canal del Guadalmellato bien crecido de agua
para el riego de la campiña dos caminantes cargados con enormes mochilas nos encontramos, estos se dirigían a Mérida, nos dijeron que venían de Granada y que harían parada en Cerro Muriano, y por último el Puente de los Ciegos sobre la antigua vía Augusta del siglo I, finalizamos la marcha y excursión campestre a las 12,10 h. en la Avenida de Carlos III donde en Casa de Pedro se haría el reparto equitativo de la recolección esparraguera para despedirnos hasta el próximo día en el Perol de Los Villares.
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