SENDERISTAS.-
Avrelivs-Guillermo Medina
y Antonio
Espejo.
Ayer martes hicimos la
marcha sobre la ruta de los arroyos aunque no correspondiese al día,
fundamentalmente para poder ver el discurrir de las aguas de estos al suponer
podría ser todo un espectáculo mañanero tras las lluvias de días
anteriores.
Cuando llegó la hora
enderezamos el rumbo camino del Barrio del Naranjo y del Castillo Maimón donde
afinamos el oído pudiendo escuchar el rumor de las aguas del arroyo de La
Palomera, nos felicitamos y de momento se acabó su largo estiaje, una vez abajo
apreciamos el discurrir de sus aguas.
Seguimos con nuestra marcha
hacia las cercanías del Puente de Hierro para ver la desembocadura del arroyo
Santo Domingo que baja de Los Villares por Cabriñana para juntarse con el
Pedroches a escasos metros este puente, allí en aquel lugar igualmente se une
las aguas del arroyo de La Palomera que según nos cuenta D. Francisco Carrasco
en su libro Arroyos de Córdoba, nace en el Cerro de Peñascales, por
debajo de la finca de San Cristóbal y baja por la Casería de San Pablo
posteriormente se le incorpora el de La
Viñuela.
Tras alguna que otra foto
continuamos nuestra marcha adelante esta vez a través del Sendero Arroyo
Pedroches entre álamos y chopos, ello supone un privilegio para los
caminantes.
Al pasar junto a la Cueva
y su fuente en terrenos de La Trinidad advertimos que lamentablemente solo
vierte un agónico hilillo de agua, cosa rara esta ya que en días anteriores
vertía un chorro bastante abundante, ya son muchos los manitas que se
entretienen haciéndole a este venero chapuzas de mal gusto para ir de mal en
peor.
Seguimos nuestro camino
adelante a través del Sendero Arroyo Barrionuevo entre olivos, eucaliptos y
adelfas para detenernos a las 10 h. en el lugar que los de este grupo llamamos
Las Piedras.
Justo frente a la parte
oeste de la célebre Meseta Blanca o del Sol en el lugar donde las aguas del
arroyo Barrionuevo y el de La Ventilla se unen o viceversa formando una
catarata impresionante digna de admirar, las aguas rugían con clamor de trueno
al estrellarse contra las piedras.
Como quiera que no había
solución de mayor continuidad por la crecida de estos arroyos dimos media vuelta
y a casa por el mismo lugar que a la ida, algunas que otras setas de las
denominadas lepiotas y macrolepiotas pudimos apreciar durante el camino, luego
nos cruzamos con un solitario senderista que en verano suele llevar un paraguas
negro para protegerse del sol justiciero, poco antes vimos a distancia al
cabrero y al rebaño de sus merinas ovejas para finalizar la caminata a las
13 h en el Barrio de Santa Rosa.
¡¡¡HASTA OTRA OCASIÓN.!!!
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