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sábado, 22 de abril de 2017

Córdoba, jueves día 20 de Abril de 2017 - DESPLAZAMIENTO AL PARQUE PERIURBANO DE LOS VILLARES POR DISTINTOS MEDIOS PARA DEGUSTAR UN POTAJE DE GARBANZOS Y HABICHUELAS Y OTROS VARIOS ADEREZOS GUISADO POR JUAN GAÑÁN BEJARANO

ASISTENTES.- 
Antonio Corpas González 
Antonio Espejo López
Antonio Rodríguez Jiménez 
Antonio Lorente 
Aurelio Martínez Navarro
Enrique Aguilar Salmoral 
Félix García Carrasco
Guillermo Medina Gómez 
José Fernández Caballero
José Pérez Egea 
Juan Gañán Bejarano 
Juan Pastor Ayllón 
Juan Ruiz Lopera 
Juan Serna Jimenez
Manuel Borrego Centella
Miguel Rodríguez Martín 
Pedro Luque Jiménez
Pedro Pareja Sanchez
Rafael Abalos de la Haba
Rafael Jiménez Luque. 


El pasado sábado día   08 de Abril se concertó en la reunión del conciliábulo en Casa de Paco Pon, hacer para  hoy día 20  un  Perol de Garbanzos y Habichuelas en el Parque Periurbano de Los Villares al estilo Juan Gañán Bejarano.


Por distintos medios nos desplazamos a Los Villares con alto nivel participativo de asistentes si bien echamos de menos al Prior Pepe Romero Poyato, al encontrarse en estado de recuperación tras leve enfermedad.


Nos amaneció la mañana algo fría y con cierto aire molesto allá en lo alto de la sierra, pero con un cielo luminoso y un esplendido sol del que a primera horas de la apetecía estar a la recacha de los rayos solares.


En el coche de Félix se subió toda intendencia y los  comestibles al lugar de costumbre  para seguidamente encender la candela y hacer los preparativos a fin de ir asando algunos que otros kgs.   panceta, los chorizos y las morcillas, igualmente unos cogollos de lechugas para el primer envite, luego  también  se  prepararían  buenos
platos de queso, mientras tanto el amigo Juan Gañán Bejarano tras haber tenido a remojo las legumbres, tres kgs de garbanzos y uno de habichuelas puso todo aquel conglomerado en una enorme olla para ir agregándole los ingredientes a su particular estilo y gusto.


Cuando fue acudiendo el grueso del personal   a partir de las 11 h. ya estaban las bandejas preparadas con la panceta, chorizos y morcilla  para ir haciendo boca, las cervezas metidas en un barril con hielo y las otras  bebidas a disposición de su uso a gusto de cada uno.



La olla era de extraordinarias dimensione que a jurar por su capacidad más de uno llegó a  pensar ser  más propia para darle de comer a un regimiento que a las veinte personas que allí estábamos, pero la realidad fue muy distinta increíblemente  no sobró absolutamente nada  ante tanta repetición, vayan por delante  nuestras felicitaciones para el cocinero que debió encontrarse bien satisfecho por el éxito del  potaje, siendo  del gusto de todos  y que en la olla no quedó absolutamente nada.

Una vez satisfecho el primer envite el personal en su mayoría estimó ser necesario dar un paseo a través Senderos de la Umbría y de la Tranquilidad y hacer ganas para la siguiente ronda de comida en este caso el potaje, mientras tanto otros jugaban partida tras partida al juego del dominó que nunca se acababa  bajo la sombra  de una gigante encina.

También llegó la hora de ajustar cuestas y tocamos a once euros por cabeza se pasó como es costumbre lista y todos puntualmente pagamos los once euros que correspondió de la división resultante producido por el gasto pronto surgiría la idea de hacer otro perol en el mes de mayo como despedida de curso, con  ánimo que, en vez de ir a comer a la feria y con el calor que solemos pasar hacer esta comida en los Villares, más adelante  se tratará este tema con más detalle, pero de momento esto es lo que hay y se dijo.

Entre copa y charla el coro de cantores amenizó la mañana  no cesando  por un momento de entonar canciones de cuando Fernando VII usaba camisón y un  interminable letanía de canciones de la mili; de estas el amigo Antonio Lorente tiene un repertorio bastante abundante.

Llegó la hora  de servir el potaje, nos pusimos en fila como los soldados cuando están de campaña con el plato en mano y Juan Gañán actuando en funciones de racionero este fue repartiendo hasta al que le servían decía basta o levantaba la mano como diciendo ya vale.

Nos sentamos en aquellas mesas formando cuadrillas y allí tan ricamente degustamos el potaje,   

Seguidamente llegó la hora del pastel cordobés  tarea un tanto complicada para conseguir veinte porciones guardando similitud unas con otras al objeto  que no existan quejas,  somos muy golosos y siempre solemos ir hacia el trozo más grande.

También llegó la hora de tomar un café de pucherete y allí Félix con sus apaños los preparó a gusto del consumidor.

Igualmente llegaría el momento que consideramos de dar por finalizado el evento  procediendo a la recogida de sartenes, peroles y la célebre olla y como es consiguiente pasando por el  fregado y limpieza. en las inmediaciones del lugar existe una fuente con agua destinado a este fin,  aquí la máquina de fotos  de Aurelio cogió al amigo Antonio Espejo en una rara posición dando la sensación que hacia un número de estriptis.

Una vez realizada la limpieza del lugar cargamos los coches y a Córdoba y hasta otro día.


                  ¡¡¡HASTA OTRA!!! 

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