Avrelivs-J. Ruiz
M. Ponferrada
2º Grupo Los Parsimoniosos
Manuel Borrego
Miguel Rodríguez.
Juan Vargas González
José Obregón
Guillermo, Pedro Pareja
J. Gañan
El pasado sábado día 11 acordamos los componentes del Grupo de Los Épicos desplazarnos hoy martes día 14 en el Bus de las 7,45 h. a Cerro Muriano y desde esta bajar hacia la zona de las minas y hacer la ruta andante hasta Córdoba a través de La Alcaidia, ya hacía bastante tiempo de no haber caminado a través de esta ruta, posiblemente por su dureza hasta el extremo de haberla casi olvidado.
Llegó el día y la hora de salir e ir en busca de la parada del Bus cuando el reloj luminoso de la estación del ADIF o de la RENFE para quien lo prefiera marcaba las puntuales 7,30 h, por allí también caminaba pero con distinto destino los amigos Manuel Borrego y Miguel Rodríguez.
Llegó la hora de salida del Bus y se puso en movimiento con sus traqueteos y bamboleos para detenerse en la parada de Colón, allí subió Guillermo Medina y Pedro Pareja, posteriormente en la siguiente parada que solemos llamar de Pepe el Gordo lo hicieron Manuel Ponferrada y Juan Ruiz, completando el grupo de los tres épicos que íbamos a Cerro Muriano y a la Alcaidia, también subió con distinto destino Juan Gañán.
A la llegada a Cerro Muriano en torno a las 8,20 h. vimos aparecer por allí a Juan Vargas González y a José Obregón para completar el grupo de seis caminantes del Grupo de Los Parsimoniosos, ellos iban a El Vacar-Villaharta en el microbús para bajar andando a Cerro Muriano.
Bar Casa Bruno. |
A las 8,25 h. comenzamos la marcha andariega para entrar en aquello que en otros tiempos fuera estación ferroviaria de la que solo queda el recuerdo del edificio en estado medio ruinoso, ahora todo este inservible tramo de vía desde Mirabueno está en espera por si algún organismo estima y decide convertirlo en Ruta Verde.
Cruzamos la población para ir caminando a través del camino de Los Pañeros e ir descendiendo a través del llamado Cerro de La Coja hacía las ruinas de aquel antiquísimo y gran complejo minero.
Durante esta bajada pronto se dejaría ver la célebre Piedra Horadada como el símbolo más emblemático de esta población minera, se trata de una formación rocosa de cuarzo con restos de minerales de cobre.
La Piedra Horadada |
Antiguos lavaderos del mineral. |
Por estos lares todavía se aprecian las tolvas de descarga del mineral y los lavaderos de los mismos, hay algún cartel informativo bastante deteriorado por la acción del tiempo indicando que aquí también estuvieron las firmas británicas COOPER COMPANY explotando estas minas.
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Las gachas negras. |
Las Minas. |
Existen verdaderas montañas de milenarias y negras escorias y materiales de desecho procedentes de las fundiciones que en otros tiempos fueron coloquialmente llamados las “gachas negras”.
Por el este ya asomaba el disco solar con mucha fuerza esto es una belleza de la que solo pueden disfrutar los madrugadores - especialmente aquellos que les gusta gozar de la pura naturaleza.
Ahí está Juan Ruiz y Ponferrada junto a la canela. |
Una vez abajo vinimos a entrar hacia terrenos con cierta humedad y presencia de juncos y carrizos, una muy nueva cancela metálica abierta permite el paso hacia un largo sendero que discurre estrecho en sus inicios junto a un arroyo que al parecer se llama de la Minilla, está cubierto totalmente por una extensa vegetación pudiendo escuchar el rumor de sus aguas,
Supuesto Sexto Mario. |
Durante esta larga marcha de todo se habla hoy tocó sacar a la palestra a Sextus Marius que en siglo I vino a Córdoba con sus legiones nombrado como Pretor para someter a los lusitanos que estaban guerreando contra los romanos, se ve que sentía algo especial por las minas,tanto que llegó a convertirse en el dueño y señor de todo este sector minero que estamos pisando.
siempre se llamó la Cordillera Marianica en clara alusión a este hombre. |
Compró las montañas mineras de oro, plata y cobre y como es lógico tomaron el nombre del propietario, de modo que lo que hoy conocemos con el nombre de Cerro Muriano fue el suyo propio, así mismo toda la cordillera andaluza conocida por Sierra Morena, en aquella época se llamó "Mons Marianis".
Tanto enriquecieron al Pretor la explotación de estas
minas que el dichoso Emperador del Imperio por aquellos años llamado Tiberio le tomó envidia, no muy contento le depuso de su cargo acusándolo de incesto con su hija adoptiva, falta que estaba castigada severamente por las leyes de aquellos años, le confiscó sus bienes para quedarselos para sí y le hizo quitarse la vida obligándole a arrojarse desde la romana roca Tarpeya, en aquellos lejanos tiempos eran así las cosas.
Continuemos con la marcha de hoy al llegar al desvío sin señalizar donde se bifurcan los caminos en dos direcciones tomamos la vereda de la derecha siendo la que conduce a la Alcaidia y hacía esta nos desviamos pudiendo reconocer las marcas que dejamos hace ya algunos años en el suelo mediante amojonamiento de piedras, también en una encina, luego a no mucha distancia surge otro desvío bastante más difícil de interpretar pero el GPS de Juan Ruiz y el paisaje mantienen en la retina el recuerdo de otras veces haciendo posible evitar el error o extravío.
Durante esta caminata son muchas las veces que se repiten las subidas y bajadas imponiendo esfuerzo y castigo a las piernas incluso la señalizada Vía Pecuaria, esta tiene un piso de constante piedra suelta de canto rodado que viene a ser un martirio para los pies.
Por fin acaba esta en una zona donde los toros y vacas pacen con tranquilo placer, allí abundan las esparragueras por todos sitios, algo más adelante surgió la última cuesta que nos conduciría al lugar llamado la Alcaidia.
Ahora mucho me gustaría saber el origen de este curioso nombre que por su etimología debe referirse al lugar donde algún alcalde o alcaide desempeñaba su cargo, lo que no sabemos es a la población que representaba, aquí nos detuvimos en torno a las 10,30 h. para tomar el refrigerio.
Este lugar está lleno de ruinas por todas partes pero hay alguno a quien le gusta echar un vistazo a estas cosas ya que tiene afición a la arqueología desde niño, pero en aquellos tiempos no andaban las cosas para remilgos y trastos viejos, allí hay una mecánica noria vieja, una tosca pila de lavar, un muy antiguo horno y dos pozos, luego presidiendo la entrada hacía aquel destartalado y ruinoso caserón hay unas descuidadas y desmochadas palmeras que perdieron su encanto al haber sido afectadas por el devastador picudo.
Todo aquel conjunto de ruinas me hizo pasar como un relámpago por la mente aquel poema de Don Francisco de Quevedo que comenzaba diciendo: Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes de la carrera de la edad, ahora ya cansados por quien caduca su valentía, salí al campo y vi que el sol bebía de los arroyos de hielo desatados y del monte quejosos los ganados que con sus sombras hurtó la luz del día.
Llegó el momento de reanudar el camino y abandonamos el ruinoso lugar para ir descendiendo a través de su pedregosa vereda que toma el mismo nombre del sitio de aquel caserón para ir abriendo y cerrando cancelas pudiendo escuchar unos atronadores disparos de escopeta que más parecería proceder de un antiguo trabuco de algún cazador.
En el transcurso de este tramo y a través de los tiempos fue la antigua y romana calzada llamada Vía Augusta que enlazaba la Córdoba romana capital de la Bética y la Castulonensis (Linares), por estos lares son frecuentes las dehesas de ganado bovino es decir de toros y vacas que con indiferencia miran el paso de los caminantes pero alguien dijo con sorna “preparad los capotes por si acaso hay que utilizarlos”
Los ciclistas abundan poniendo la nota de colorido en el paisaje, algún conocido de otras veces nos saludó con simpatía al paso llamando a alguno por su nombre propio, pero dado su indumentaria, casco y gafas y la velocidad de la bici no permitió su identificación.
En nuestro caminar hacia la ciudad califal pasamos junto al llamado Puente de Los Piconeros y el Lago Azul pero sin entrar en ellos por la pérdida de tiempo que suponía cuando en la lejanía ya se divisaba la presencia de la Universidad Laboral.
A buen y acelerado paso entramos de lleno en la zona de la llamada Campiñuela donde hay sembradíos de multitud de verdes olivos de intensa producción, también vienen a ser frecuentes los charcos profundos que denotan ser terreno bastante arcillosos y eso que casi no llueve, no obstante las botas chirucas de goretex evitan las mojaduras en los pies.
A través ruta del Camino Mozárabe de Santiago proseguimos hacia el camino de regreso donde pudimos ver y escuchar una y otra vez los rugidos del tren AVE y el tran, tran del tren de cercanías Córdoba-Alcolea, aquí ya me iba dando las quejas el puto espolón llamado Calcáneo del pie izquierdo, a este no hay quien lo arregle salvo el llamado Ibuprofeno pero dicen que no es bueno porque sube la tensión arterial.
A las 13,20 h. finalizó la caminata en el Paseo La Libertad apodado del Colesterol, con 23 km. metidos entre pecho y espalda, hubo encuentro con el amigo Antonio Espejo López en la terraza del Bar llamado La Dehesa de Santa María; el amigo Antonio Espejo, permanece en Córdoba dada la enfermedad de un familiar ingresado en el Hospital, de momento no estará operativo hasta casi final de este mes, entre charla y palique le quitamos la espuma a una rubia cerveza y pronto a casa que el sudor producido durante una marcha de más de cinco horas ya pedía con urgencia una ducha.
¡¡¡HASTA OTRO DÍA!!!
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