(Senderistas 5) A la hora de emprender la marcha cinco fueron los  senderistas que  acudimos al lugar de  costumbre, determinando encaminarnos hacia LAS MESAS O MESETAS BLANCAS  a través del sendero veraniego del Arroyo  Pedroches; cuando la meseta la tuvimos a la vista  desde abajo optamos por acometer la subida  por la cara suroeste frente al barranco del Cortijo-Vaquería de Los Pradillos,  para ello hubimos de cruzar el arroyo Pedroches para situarnos en un sendero  zigzagueante  que progresivamente se  va  endureciendo por muy empinada cuesta   hasta llegar a la primera altiplanicie o  meseta. 
 Al  abrigo de la montaña   están las famosas cuevas,  allí nos detuvimos para contemplar aquella  belleza que se ofrece ante la vista, tomar un respiro, beber agua y también  hacer  PARADA Y  FRUTA, mientras tanto hicimos comentarios de aquellos entornos muy óptimos por  quedar sus cuevas al resguardo  de las  inclemencias del tiempo,  en sus tiempos  pudieron quedar al uso y refugio desde los hombres de la prehistoria hasta  aquellos célebres de los tiempos del Lero, Pasos Largos,  Miguelito Caparrota, Juan de Serrallonga y  otros serranos que acostumbraban a utilizar estos escondidos e inaccesibles  lugares como lugares preferentes.        

 Cuando repusimos las fuerzas  hicimos  un escarceo por la cueva hasta introducirnos  en su interior, poco es lo que se puede andar por ella, esta hace un giro a la  derecha donde la luz diurna no penetra y la oscuridad impide dar un paso,  alguna vez tendremos que ir provistos de  linternas para ver si es que tiene continuación,  seguidamente optamos por ascender a la  siguiente altiplanicie salvando las dificultades  del monte bajo y los ramajes de tan extensa  vegetación, una vez arriba  nos  deleitamos ante la contemplación y belleza paisajística  hacía los cuatro puntos cardinales , aquí todo  es pura naturaleza.  
 No hubo mucho tiempo para el recreo, ya que  alguien tenia cita con el médico circunstancia  que nos impidió  detenernos más allá de lo que hubiésemos  querido para haber olfateado todos los rincones como verdaderos “sabuesos” otra  vez será, de modo  que ahora tocaba la  bajada y para ganar tiempo lo hicimos casi por derecho “barranco abajo”, hasta  tomar un sendero que nos puso nuevamente junto a una de las márgenes del arroyo  Pedroches y prestos hacia casa que había prisa.          
 
 
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