SENDERISTAS.-Romero, Serna, Corpas, Ruiz, Gañán, Molina, Borrego.
Cronista: Aurelio--Blog: Juan
Los jóvenes senderistas al menos de espíritu, de pies cansados y doloridos como suele decir el internauta y hermano cuasi conventual y cofrade "Jilura" para los amigos, tuvieron a bien considerar ponerse las pilas tras algún día de descanso, hoy con brios de jóvenes repuestos dejaron a un lado el agradable calor de la manta par dar un salto de la cama diciendo ¡vamos arriba que es la hora¡. En el lugar de costumbre se fueron concentrando hubo alguno que faltó a la cita, no obstante llegaría el recado justificativo alegando su ausencia para ir en busca del nízcalo o del tempranero espárrago si acaso es que lo había.
Amaneció fresquita la mañana no estamos por estos lares acostumbrados a estos cambios tan bruscos y tan refrescantes, lo cierto que a la hora prevista y sus concesiones para los tardones partió la expedición rumbo al muy célebre arroyo Pedroches, dispuestos a subir por empinadas crestas y crestones, para ello fue necesario ir dejando atrás La Asomadilla, Naranjo, Maimón etc. hasta que ya en la lejanía apareció el mítico Puente de Hierro, por debajo fue cruzado salvando las aguas del arroyo La Palomera, estas bajan del arroyo Peñascales según nos cuenta D. Francisco Carrasco en su libro Arroyos de Córdoba, abunda diciendo que cruza la carretera de Los Villares por el Km. 5 recorriendo la finca de La Casería de San Pablo que la recorre y pasa junto a una alberca. Múltiples veces la hemos cruzado bajo la amenazante actitud de esos guardianes caninos que con acritud nos miran y nos ladran, pero como quiera que entre los del grupo hay uno que es domesticador de canes, estos nunca nos pusieron en peligro, al contrario siempre consiguió hacerles deponer su actitud agresiva, consiguiendo ponerlos llenos de júbilo y regocijo, circunstancia que se aprecia por el movimiento de sus rabos y me refiero a sus colas, en señal de concordia, paz, tranquilidad y armonía.
Terrenos de La Trinidad quedaron atrás así como su fuente la que de
forma inagotable vierte agua sobre el arroyo, los árboles de hoja caduca van quedando desnudos de forma paulatina, más se resisten a ello, están protegidos por el bondadoso clima y temperatura que hasta ahora estamos disfrutando la que les da fuerza para mantener sus hojas vivas, ahora cruzamos la Pista o Veredón y caminando se hace el andar, hasta que aparecen las ruinas del cortijo Los Velascos, lugar donde algún amigo suele hacer una visita casi diaria y se fuma un cigarrillo sentado en una piedra junto a la antigua y bien conservada era.
En las proximidades del arroyo Santo Domingo hicimos nuestra PARADA Y FRUTA, después continuaríamos dejando a nuestra derecha las célebres canteras en estado de ruina y abandono esta situación forma parte de este paisaje, difícilmente nos resultaría familiar su antigua explotación a pleno rendimiento, aunque alguna foto debe haber por ahí escondida, no es posible que tan importante explotación haya quedado sin algún recuerdo para la posteridad, poco más adelante y antes de tomar la subida hacia la cuesta de
cortijo cabriñana |
Cabriñana nos dimos un respiro ante la que nos venía encima, en otras ocasiones este fue el lugar para reponer las fuerzas con el energético plátano, rico además en potasio, proseguimos subiendo paso a paso con respiración jadeante, antes de enlazar con la no menos dificultosa subida del 14% salvando los obstáculos que allí hay colocados como ese enjambre de alambres para impedir el paso de bicicletas y motos, pero más ingeniosos son los jóvenes ciclistas y motoristas que a todo le buscan las vueltas y revueltas, no habiendo nada que a ellos se les resista, ya lo dice el refrán con la juventud no hay quien pueda, finalizada la subida dimos un rodeo para evitar la carretera y nos adentramos por la finca de La Conejera la que nos permitió entrar hacia el sendero de Las Antenas, muchos coches había por aquellos entornos aparcados, sin duda estaban buscando el codiciado nizcalo, poco más adelante conectamos con el Sendero del Villar, momento que sonó el teléfono móvil de Juan Serna para notificarle su señora el fallecimiento del padre de un amigo en Jaén, los rojos madroños no
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