Aurelio
Martínez- Juan Ruiz
Guillermo Medina.
Cuando
ya hemos atravesado el ecuador del mes agosteño se escucha con
mucha fuerza el canto monótono de las cigarras y el gri, gri
perturbador de los negros grillos durante la noche, el fuerte calor
posibilita freír huevos sin sartén en las aceras de las calles, alguno viene echando de menos las
mediterráneas Playas del
Hornillo, la Peña del Aguilica, el rugido del Peñón del Roncaor y
sus chapetones de fresca agua, no obstante todo se verá compensado
con el comienzo de la nueva temporada liguera para ver a un Córdoba
con ánimos de ascenso a la ansiada 1ª División.
A
las 7,30 h. salimos del lugar de costumbre los tres caminantes como
aquellos tres legendarios Jinetes del Apocalipsis para ir en busca de
Las Mesetas Blancas, pasamos debajo del Puente de Hierro y tomamos el
sendero del arroyo Pedroches, dos horas después de iniciar la
caminata nos detuvimos en el roquedo donde se unen los arroyos
Barrionuevo y Ventilla, cruzamos este último para luego caminar por
su margen izquierda hasta encarar la cara norte de la meseta, ya
calentaba en exceso el sol cuando comenzamos la escalada, una vez en
la cumbre dimos un rodeo por aquellos solitarios parajes iniciando la
bajada hacia el barranco del arroyo Pedroches frente al antiguo
Apartadero ferroviario de Los Pradillos, ya abajo tomamos el sendero de
regreso a través del Orive Bajo y la antigua finca Valero,
atravesamos terrenos de La Trinidad para salir por La Fuente de La
Palomera y el Castillo Maimón, luego al Barrio del Naranjo y de aquí
al Parque de la Asomadilla, en este tiempo más se parece a un
solitario e inhóspito desierto desprovisto de árboles de sombra, lo
lógico sería tener una alameda de álamos y chopos.
Los
transeúntes y vecinos del Barrio del Naranjo bien que sufren las
consecuencias caloríferas, recordando que uno de los nuestros sufrió
un golpe de calor al paso por este lugar hace tres años.
A
las 12 h. y en la Cruz de Juárez dimos por finalizada la etapa
hasta el próximo día.
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