Aurelio-
M. Ponferrada y Félix.
Las
6, 14 h. marcaba el reloj luminoso de la estación Renfe o de Adif
para quien lo prefiera cuando más de uno hacía guardia sobre los
luceros más helados que una llave al raso y con escarcha a fin de
no perder el autobús con destino a Cerro Muriano cuya salida
estaba prevista a las 6, 25 h.
Al
poco vimos aparecer en la distancia a la gran mole verde del
autobús, nos acercamos para ocupar plaza y a la hora rigurosa este
se puso en marcha con sus rugidos, bamboleos y traqueteos.
A
la llegada a Cerro Muriano entramos al Bar de Bruno para tomar un
café y media tostada con aceite, hoy al lado de su resoplante
máquina de hacer cafés, no estaba el amigo Bruno, al parecer se
había tomado el día con descanso, su lugar lo suplía con
verdadera maestría una chica de aspecto agradable que atendía por
el nombre de Cristina.
Una
vez en la calle nos dirigimos hacía aquello que en otros tiempos fue
estación de ferrocarril recordando los decimonónicos años de la
tracción a vapor y aquellas antiguas locomotoras de la serie 400 y
500 que subían remolcando trenes por la carrera del caballo arriba
renqueantes y dando resoplidos, los días de fuerte escarcha
patinaban sus ruedas sobre los carriles, multitud de veces tenían
los fogoneros que echar paladas de arena sobre la vía para evitar
el patinaje, una vez rebasada la famosa Mocha todo resultaría más
fácil.
Algo
después de llegar a la Mocha existía un cartelón ferroviario
indicando el cese de la doble tracción por cola para aquellos
trenes que circulaban en estas condiciones, en aquel lugar la
locomotora de cola que empujaba el tren desenganchada regresaba
aislada a la estación de Balanzona.
Esta
rampa fue famosa y de las de mayor declividad de toda España, una
vez salvada esta todo sería más fácil, casi un deslizamiento hacia
la estación de Cerro Muriano, protegida por ambas bandas por dos
pasos a nivel con cierre de cadenas que cruzaban la carretera hacia
el pueblo.
Con
el pensamiento ensimismado en los tiempos del pasado cruzamos la
población para ir bajando por el camino de Los Pañeros hacía las
ruinas del muy antiguo complejo minero donde las tolvas, los
lavaderos de mineral, las boca minas y las montañas de escorias
son fiel testigo de un pasado histórico de explotación minera de
muchos siglos.
Un
cartel indica La Piedra Horadada, este cartel está completamente
ajado por los efectos meteorológicos que lo hacen totalmente
ilegible pidiendo a gritos su sustitución, también está medio
tumbado en el suelo por el vandalismo y el descuido de los hombres,
en este estado lleva excesivo tiempo.
Hoy
no hemos podido hacer la foto al disco solar asomando entre
montañas a la salida del sol era muy temprano, apenas hemos podido
obtener algo positivo del amanecer, cuando nos vinimos a dar cuenta
ya habíamos descendido montaña abajo entre juncales y carrizos
hacía el sendero de Las Minillas, por este lugar hay una cancela
con puerta metálica permitiendo el paso que nos anuncia Coto
Privado de Caza, al poco se advertía por el lado derecho de nuestra
marcha el amarillento color de la finca La Armenta, poco después la
Vereda del Gallo.
Tras
muchos pasos se dejó ver el arroyo Guadalbarbo
que nos dicen viene del término de Obejo, en el puente sobre este
arroyo nos hicimos la foto un poco bastante ateridos por el frío y
proseguimos nuestra marcha hasta llegar al desvío cuya señalización
atiende a nuestras marca sobre una encina, bien sabemos
nos indica
hacia la derecha caminar dirección a La Alcaidía y a la izquierda
hacía las Colas del pantano Navallana y finca de La Tierna pero
hoy dadas las prisas y circunstancias optamos por regresar a Cerro
Muriano desde este lugar para coger el autobús de las 11,30 h.
con destino Córdoba.
¡¡¡HASTA OTRA OCASIÓN!!!
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