(Senderistas 4) de ellos uno en recorrido parcial. La tormenta de ayer tarde y noche acompañadas de fuerte aparato eléctrico con lluvias torrenciales en algunos sitios, hizo presagiar a los tres caminantes mañaneros que acudieron al lugar del encuentro la posibilidad de haber existido inundaciones o senderos impracticables.
A primeras luces y cuando estábamos barajando la posibilidad de caminar por lugares estimados al menos como menos afectados por la lluvia, apareció el caminante solitario y mañanero Roberto Álvarez, se nos acercó y preguntó ¿donde van hoy los caminantes?, la respuesta fue… todavía no ha sido determinada en virtud del tormentazo de anoche, el dijo que se encaminaba hacia los terrenos de La Viñuela, con seguridad absoluta que en los entornos de la ciudad no había llovido como para hacer temer ni una charco.
Nos adjuntamos y le acompañamos a su objetivo para ir conociendo mejor esa finca que dispone de desconocidos senderos que pueden enlazar hacía otros muy diversos de la periferia y que acceden a la sierra.
Tomamos la fugaz marcha algo fatigosa por el ritmo endiablado que este hombre imprime, probablemente porque sus marchas son cortas, dejamos atrás La Fuente de la Palomera, por el sendero de “arriba” llegamos al Mirador de San José con 6,5 km recorridos en menos de una hora, ahora como al unísono y compenetración metódica apareció el perro “Lope” y su amo Joaquín, nos avistamos a corta distancia, cumplimentadas las salutaciones pertinentes y preguntado por sus dolores en la pierna, nos dijo que eso no tenía cura, unas veces estaba mejor, mientras otras soportaba pacientemente las dolencias, Roberto se sentó en el banco de cemento y encendió el primer cigarrillo, nosotros aprovechamos para PARADA Y FRUTA.
Reanudada la marcha Joaquín tomó el sendero que le conduciría al Vetusto y ruinoso cortijo de Los Velascos, mientras el restó continuó caminando por senderos que siempre iban a parar a diversos miradores rotulados al efecto, en cada uno de estos existe algún banco de cemento para el descanso del personal, Estando charlando en el mirador del Pozo, asomó por la cuesta un coche todo terreno, era el Guarda Vigilante de aquella finca quien se detuvo antes nosotros, dijo “buenos días” sin bajar del coche, observó nuestra guisa y continuó sin decir más nada.
Continuamos nuestra marcha hasta salir por Calasancio, donde Roberto se despidió de nosotros para bajar corriendo carretera del Brillante hacia abajo como aquel chaval que tiene dieciocho años
Para nosotros esta marcha era insuficiente a pesar que había cierta prisa ya que alguno tenía cita médica a las 12,50 en el Ambulatorio de la Avenida de América, para revisión médica, por lo que optamos retroceder por terrenos desconocidos viniendo a salir al Castillo del Maimón.
Manolo Ponferrada Navajas, en esta bifurcación de senderos se despidió de Guillermo Medina Gómez y del que esto escribe, hasta el próximo jueves y continuamos nuestra marcha hasta la calle del Almendro donde Guillermo tenía aparcado su coche y yo hasta mi vivienda.
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